Una partícula lleva la energía de acuerdo a la memoria desde la existencia del pensador
creador como parte de algo en la inmensidad que habita.
El ojo humano ve la lentitud o lo inmóvil de lo macro, porque capta desde su observador limitado, cuando capta desde la memoria creadora, todo es y no.
Vemos el final de
cada estrella cuando cae, porque
no hemos desarrollado en nuestro ser, la detección en la
inmensidad de las partículas la energía y su masa completamente.
Todo en el universo se mueve a tanta velocidad e intercambios permanentes de frecuencias, que
parece estar inmóvil.
Vemos solo una parte de su estructura hasta que nuestra evolución
capte su totalidad.
Toda materia lleva un espíritu-energía, el ojo humano no lo capta, solo ve una parte del movimiento y una altura
de acercamiento.
Detectamos aquello que sabemos o sentimos, pero la realidad varia de entre
tanta existencia, lo macro es casi
invisible al ojo humano por estar inmersos en él.
No llega a moverse,
por ser una constante en movimiento, energía
con materia, la energía que lo mueve con la materia que carga, el peso sin peso,
el movimiento sin movimiento. María Verónica
García